ROQUE
Andrés Aguilar
Foto: Jorge Serrano
Era el año de 1963, sí, a
mediados de ese año, luego de mi fuga de la cárcel de La Planta en Caracas, el
partido decidió que no tenía otra alternativa sino dar con mi estatura
quijotesca en las montañas del Estado Lara, para ser enrolado en el movimiento
guerrillero que lideraba el mítico Comandante Argimiro Gabaldón, en lo que se
llamaba Frente Guerrillero Simón Bolívar.
No viene al caso contar las
peripecias que tuve que sortear para llegar a mi punto de destino, salvo que
fue un viaje complicado por dos razones, una, porque hube de estar pendiente de
no ser apresado por la policía política porque sería muerto de inmediato, y la
otra, por quien me trasladó a mi destino, a unos 400 kilómetros para la época,
creo que esa persona, un comunista de vieja estirpe, no cruzó conmigo más de
diez palabras durante el recorrido, cual fue de unas seis horas. No era muy
comunicativo el señor, luego supe que le decían Chivo Arrecho. Sin embargo, pude llegar a un sitio
donde se respiraba solidaridad y camaradería revolucionaria, era la casa de Mama Eva, en La Goajirita, un
pequeño caserío cercano a la ciudad de El Tocuyo. Allí me atendieron y me
pusieron al tanto de algunas cosas que debía observar mientras me encontrara en
aquella casa.
Recuerdo que un hombre de barba rala,
llamó mi atención y puso en mis manos un machete Collins cuatro canales de
larga hoja y me dijo:
-Venga conmigo, aquí no estamos en los
cafetines de la Universidad Central, hay que ganarse la comida.
No dije nada y seguí aquel hombre hasta una loma larga y de allí
bajamos un árbol seco que debíamos convertir en astillas para mantener la
candela en los fogones. Hube de aguantar muchas presiones de ese líder, buscar
agua en el buco, moler maíz, hacer guardia por si acercaba algún inconveniente,
hasta que un día alguien gritó a media tarde: llegó Roque, vamos a darle la
bienvenida.
En efecto apareció un joven como yo,
alto y delgado, ágil de movimientos y con una sonrisa para todos…
-¿Cómo está Mama Eva, se le aliviaron los
quebrantos? Epa Rufino, te hacía por los lados de Chabasquén haciendo el
trabajo aquel. No han visto a Teófilo “El Conejo”, necesito ubicarlo con
urgencia. Quiero que me digan si llegó el camarada que nos anunciaron desde
Barquisimeto.
- Ese soy yo, estoy a sus órdenes.
-Bienvenido camarada. Déjame salir de unos
encargos y nos reunimos tú y yo ¿Cómo te han tratado?
Roque se desentendió de mi persona,
abrazó a Mama Eva, saludó a los muchachos y entró en la casa que hacía de
habitación y cocina de todo el contingente humano que allí estaba en espera de
la línea a seguir. Roque habló al colectivo de las directivas del Comité
Central, Comité Regional y del Comandante del frente guerrillero. Era un hombre
joven, de buena palabra y que denotaba don de mando. La reunión terminó con un
pequeño aplauso y con tareas concretas para los presentes, una de ellas aceitar
la base social en todo el Distrito Morán, donde el Partido Comunista gozaba de
gran prestigio.
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